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El Servicio de Urología del Hospital Son Llàtzer ha llevado a cabo un millar de intervenciones quirúrgicas urológicas por medio de la laparoscopia

25/11/2015 URO
El Dr. Carlos Gutiérrez Sanz-Gadea, jefe del Servicio de Urología del Hospital Son Llàtzer, ha presentado los datos del Servicio a propósito de haber alcanzado este año la cifra de un millar de intervenciones quirúrgicas urológicas por medio de la laparoscopia desde que se inauguró el centro hospitalario, en 2002. Al acto han asistido el gerente del Hospital, Xisco Marí, el director asistencial el Dr. José Mª Gámez y el Dr. José Manuel Cózar Olmo, presidente de la Asociación Española de Urología.

Desde que en 2002 se inauguró el Hospital Son Llàtzer, el Servicio de Urología ha llevado a cabo más de mil procedimientos laparoscópicos de cirugía mayor, concretamente 1.055. A propósito de este hecho, el Dr. Carlos Gutiérrez Sanz-Gadea, jefe del Servicio, ha presentado su casuística en un acto al que ha acudido como invitado el Dr. José Manuel Cózar Olmo, presidente de la Asociación Española de Urología y director de la Unidad de Gestión Clínica de Urología del Complejo Hospitalario Universitario de Granada.

Según los datos ofrecidos por el Dr. Gutiérrez, el 80 % de los casos en que se ha intervenido se trataba de cánceres urológicos y el 20 % restante tenía otras causas, como litiasis, quistes, plastias del riñón o prolapso del suelo pélvico. Concretamente, más de quinientos procedimientos han correspondido a prostatectomías radicales por cáncer de próstata y otros trescientos a extirpación renal (nefrectomía) total o parcial por algún tumor.

La laparoscopia es una técnica que permite hacer intervenciones quirúrgicas mínimamente invasivas con la ayuda de una cámara y ciertos elementos mecánicos, que permiten al cirujano observar con gran aumento el interior del organismo y acceder con total precisión al campo quirúrgico para poder cortar, suturar e incluso extirpar un riñón, la próstata y otros órganos.

La cirugía laparoscópica supone evidentes ventajas para los pacientes, sobre todo porque las incisiones son más pequeñas, la cirugía es menos agresiva que la tradicional —lo que, por tanto, conlleva menos complicaciones— y casi nunca se necesita transfusión de sangre, lo cual favorece una recuperación más rápida y casi sin dolor.